domingo, 25 de septiembre de 2016

A favor de la memoria

Crónicas del día a día

Por Víctor Casaus

En estos últimos días han coincidido algunos estímulos para escribir esta crónica del día a día en el fin de semana de la Habana del Este. El tema que los vincula es, sin dudas, actual y relevante: la memoria.

Esas dos palabras son lemas, objetivos, claves en el trabajo que hacemos todos los días desde hace 20 años en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Allí hemos transitado diferentes caminos para contribuir al rescate de la memoria cultural e histórica de la nación cubana, comenzando por (e inspirados en) el fértil legado de la vida y la obra de Pablo.

Aquí en esta crónica, sin embargo, me estoy refiriendo a la memoria como la útil herramienta para preservar y utilizar el tesoro inapreciable de lo aprendido y vivido.

El estímulo/detonante principal para escribir esta crónica fue, sin dudas, la marcha A favor de la memoria, realizada el pasado miércoles 21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer, en la villa de San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa, organizada por el Servicio Provincial de Atención Integral Comunitaria a los Trastornos de la Memoria -SPAICTM- que dirige nuestra amiga la Dra. Saily Sosa. Convocada por cuarto año consecutivo, la marcha reunió a cientos de personas –pacientes, familiares, profesionales de la salud, estudiantes, junto a la población de San Antonio– que recorrieron la calle principal de la villa hasta el Parque del Humor, coreando el lema “A favor de la memoria”, enfatizando la consigna de este Día Mundial del Alzheimer en todo el planeta: “Recuérdame”.

La próxima parada de este evento humano y humanitario fue el Museo del Humor de San Antonio, que dirige Isel Chacón, donde artistas de la comunidad compartieron con pacientes y familiares, recordándonos –entre texto y canción– la importancia de colocar en un urgente primer plano los estudios y las acciones relacionadas con ese mal del siglo XXI que incorpora un nuevo paciente cada 3 segundos en el planeta. Cifra creciente y preocupante, también en el pequeño contexto de nuestro país, donde la incidencia del Alzheimer aumenta geométricamente.

La alta tasa de crecimiento de la enfermedad afecta gravemente zonas muy sensibles, desde el punto de vista humano y, también, desde el punto de vista económico y social. Por un lado está, por supuesto, la situación del paciente de Alzheimer, que va perdiendo facultades cognitivas y de otra índole en un proceso que la ciencia no ha logrado aún conocer totalmente a fondo ni, mucho menos, revertir. Por otro, está la situación del familiar-cuidador, que según muchos médicos son los verdaderos pacientes, ya que la persona enferma pierde la capacidad de entender y conocer lo que está sucediendo. Sobre el familiar-cuidador cae todo el peso de la situación, atentando, a su vez, contra su propia salud.

Por último, se encuentra un elemento imprescindible de este entramado: la afectación de los recursos humanos y económicos que el crecimiento estadístico de la enfermedad produce. La atención a ese número de pacientes que aumenta requiere de infraestructuras apropiadas y de recursos materiales para enfrentar la situación.

Esos –y otros– son los aspectos que desarrolla el Servicio de atención a los trastornos de la memor que tiene su sede en San Antonio de los Baños. Y lo hace con una organización y una entrega personal del tiempo y el entusiasmo de los profesionales de la salud que lo convierten, a mi modo de ver, en un ejemplo admirable y necesario de seguir por otros territorios e instancias del país, para ir logrando, paso a paso, la comprensión de las instituciones, la sociedad, la gente, sobre las consecuencias crecientemente negativas que el desarrollo estadístico de la enfermedad impone al entramado social del país.

En ese sentido hubiera sido justa y necesaria la difusión de esa marcha A favor de la memoria en nuestros medios. No apareció una línea en el espectro noticioso del país.

Otro estímulo para escribir esta crónica del día a día sobre el tema que estoy conversando ahora con ustedes fue el programa televisivo Mesa redonda dedicado ayer viernes a las labores de la Cátedra del Adulto Mayor y a la necesidad de prestar atención –y recursos– a los temas derivados del creciente envejecimiento poblacional. Aunque no se mencionó el Alzheimer como un importante acápite perteneciente de hecho a esa problemática, resulta necesario destacar que se haya tocado ese tema de amplia resonancia nacional en un espacio televisivo que cuenta con una audiencia muy grande. Y que –según me han contado, porque no vi el programa– nuestra amiga Arleen Rodríguez Derivet, su coordinadora, haya hecho una autocrítica a la propia Mesa… –y a otros medios de comunicación– por la demora sostenida en la aparición de estos temas de tan sensible e importante incidencia entre nosotros.

Me alegra que se haya mencionado –y puesto en práctica– el término autocrítica, esa herramienta que parece estar en veda entre nosotros y puede correr el riesgo de convertirse en una especie en proceso de extinción. Y también me alegra que se hayan analizado importantes factores que inciden en ese proceso de envejecimiento poblacional –la baja tasa de natalidad y la alta cifra de esperanza de vida en el país–, aunque no se haya mencionado –según me comentan los que vieron el programa– otro factor ampliamente influyente en esa situación: el crecimiento acelerado, en estos últimos tiempos, de la emigración cubana, sobre todo entre los jóvenes.

Aprovechando la flexibilidad estilística del género crónica, se me ocurre convertir en proposición el asunto del que venía conversando con ustedes y decirle a Arleen, por esta vía comunicacional, que a mi modo de ver sería muy útil incluir pronto entre las temáticas de la Mesa… el preocupante asunto del Alzheimer, dando a conocer, precisamente, como ejemplo, el trabajo del Servicio… que se desarrolla en San Antonio, donde son atendidas más de 600 personas –pacientes, familiares-cuidadores de esas villas y otros territorios–, con una calidad profesional y una calidad humana verdaderamente dignas de conocer, admirar… e imitar.

Conociendo y admirando lo que se propone y va logrando este proyecto humanitario y humano, hemos ofrecido, desde el Centro Pablo, modestos apoyos logísticos a su desarrollo y seguimos siguiendo –también a través de crónicas del día a día– en la tarea común de sensibilizar a las instancias correspondientes y las gentes de buena voluntad que se preocupan por temas como éste, de tanta incidencia actual y futura en la vida de nuestro pueblo.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Réquiem por la casa de Amelia Peláez en Jibacoa

Por Laidi Fernández de Juan

En la década de los años cincuenta del siglo pasado, la gran pintora cubana Amelia Peláez hizo que el arquitecto Gastón diseñara su casa de playa, en Jibacoa. Siguiendo las sugerencias de la pintora, el famoso arquitecto elaboró los planos de lo que más tarde sería un sitio encantador. Varios artistas plásticos (Martínez Pedro, Leonel López Nussa) adquirieron terrenos en la misma localidad, y otras casas fueron erigidas en esa zona playera, cuyo entorno natural mantiene el fuerte atractivo de un paisaje donde coexisten en maravillosa (y por suerte, salvaje) armonía el mar, las montañas, la arena y la exuberante vegetación. La lengüeta de playa que se ubica justo frente a las casas de Amelia y de López Nussa es conocida por los pobladores de Santa Cruz, de Jaruco, de Campo Florido y por los propios jibacoenses como “la playita de los artistas”.

A la muerte de Amelia, la casa, por voluntad de su dueña, pasa a pertenecer a Cultura, con el propósito de que destacados artistas, Premios Nacionales de diversas manifestaciones, reconocidos intelectuales, plásticos, actores, actrices, editores, cineastas, poetas, etc. vacacionaran allí. Se habilitaron permisos para que fuera posible el acceso al restorán de la zona turística “Villa Loma”, sin interferir con el funcionamiento de dicho centro turístico.

Fue así que, a partir de la década de los ochenta (1984, aproximadamente, según recordamos los más antiguos), numerosas familias pasamos breves y reiteradas temporadas en la ya consagrada “Casa de Amelia, en Jibacoa”. Citaré de memoria solo algunos nombres, con el único objetivo de dar a conocer someramente quiénes visitábamos tan peculiar y entrañable morada, aunque el listado es mucho más extenso: Ambrosio Fornet, Mario Balmaseda, María Elena Molinet, Corina Mestre, Jaime Sarusky, Lisandro Otero, Roberto Fernández Retamar, Alfredo Sosabravo, Manolito Pérez, Nelson Domínguez, Augusto Blanca, Reynaldo González, Sigfredo Ariel, Sara González, Diana Balboa, Loipa Araújo, Rita Longa.

Paulatinamente fueron incorporándose objetos de arte en los muros y  en el exterior del jardín, como muestra de respeto y de gratitud a la gran Amelia Peláez. Ejemplo de ello son los cortinajes de Telarte, que reproducían los diseños de Amelia, un pequeño mural de cerámica que Sosabravo hiciera para la puerta de entrada, y la escultura en metal de Rita Longa, titulada precisamente “Homenaje a Amelia”, y que se ubica en el jardín inferior.

Como podrá apreciarse en las imágenes que acompañan estas líneas, dichas obras de arte (y la casa en su conjunto) han sufrido el descalabro de la desidia, el abrumador peso de la ignorancia, con la correspondiente falta de sensibilidad elemental. También es justo mencionar que muchos artistas colaboraban donando objetos personales (duchas, cortinas de baño, ollas, pilas, utensilios para comer, platos, etc.) en aras de garantizar la logística que toda casa exige.

Poco a poco, luego del esplendor de los ochenta, los visitantes habituales fuimos adaptándonos a las circunstancias que imponían mayor austeridad, en la medida que la crisis económica fue imponiendo reglas: nos retiraron el permiso para hacer uso de las instalaciones de “Villa Loma”, concretamente del restorán. El abastecimiento del agua potable era irregular (problemática crónica en Jibacoa, por otra parte), y mermó el suministro de equipos de ventilación para la casa, además de que fue eliminada la posibilidad de adquirir alimentos básicos en una bodega cercana. Todos estos cambios resultaron nimiedades, que asumimos con naturalidad, a cambio de continuar una tradición de más de treinta años, consistente en una semana en “la casa de Amelia, en Jibacoa”.

Como se comprenderá, los hijos, los nietos, los amigos, visitantes y la familia en general de cada artista, anhelábamos la llegada del verano, para darnos cita en la mágica herencia que había dejado una de las más grandes pintoras y ceramistas de nuestro país. No importaba si cada vez era necesario cargar con más ventiladores, más cazuelas, más cubos y por supuesto, más comida, en el traslado desde nuestros domicilios hacia Jibacoa. Incluso hubo períodos en que acarreábamos sacos de carbón y luz brillante para cocinar, asi como linternas y velas para las noches de agónicos apagones. Ningún obstáculo fue capaz de empañar la felicidad que nos esperaba. Debe añadirse que aunque la casa no dispone de grandes espacios (de hecho, hablo de dos dormitorios, un comedor, dos baños, una pequeña cocina y una terraza), contiene alto valor arquitectónico, dado el curioso emplazamiento que aprovecha las irregularidades del terreno, rocoso e inhóspito en apariencia. La ferviente imaginación de Amelia y la maestría de Gastón dejaron sus improntas allí, aprovechando al máximo la disparidad de la geografía. Tres décadas es tiempo suficiente para cobrarle afecto a un lugar, qué digo afecto, amor.

Hace aproximadamente cuatro años, nos fue arrebatada la ilusión de ir a lo que todos consideran “su” casa de Jibacoa. Con las medidas de ahorro impuestas en bien de la economía del país, se suspendió el concepto de “casa de visita” a todos los organismos estatales. Y en dicha redada, cayó en desgracia nuestra tan amada casa de Amelia. Muy a  nuestro pesar, y sin tener claro el destino de dicha instalación, fuimos informados de que nunca más podríamos acudir ni en verano ni en otoño ni en invierno al lugar donde, repito, pasábamos siete días durante treinta años.

Según nos dijeron, la casa pasaba a formar parte del Ministerio de Turismo, con la consiguiente explotación turística. Más que entender la decisión, nos resignamos. Después de todo, si las arcas del país iban a recibir los beneficios monetarios derivados de la renta de la casa de Amelia, en Jibacoa, no existía argumento válido para rehusar lo que, por otra parte, no nos había sido consultado.

El resultado es que al cabo de ese tiempo, nadie se adjudica la responsabilidad de hacer uso de la casa. Ni de explotarla, ni de cuidarla, ni de mantenerla, ni de absolutamente nada. Hoy por hoy es una ruina total, vergonzosa. Las cercas de los jardines, la entrada, la preciosa terraza de madera, los muros limitantes, todo agoniza con la lentitud de una ballena encallada entre las rocas de la burocracia. A pesar de que ya no gozamos del placer de habitarla, año tras año hemos ido a mirarla por fuera, aunque solo sea como constancia de que no olvidamos el embrujo del lugar que significa tanto para una gran comunidad de artistas de Cuba. Cada visita (insisto, para observar como ocurre una muerte dolorosamente inútil) resulta más deprimente que la anterior: el “canibaleo” se acrecienta, el deterioro avanza, ya no existen ni la ducha exterior, ni la baranda de la azotea, ni las cercas metálicas. El acceso a la casa es totalmente libre, cualquiera puede penetrarla, violentarla, saquearla a su antojo. Solo la vegetación permanece firme, y la memoria de sus antiguos habitantes. 

Ojalá que un alma piadosa remueva ciertas conciencias, y Cultura recupere lo que nunca debió perder. En honor al deseo de  Amelia Peláez, y como gratificación a muchos trabajadores de la cultura cubana, debe ser devuelta. 
La casa en el año 2010, dos años antes del descalabro    

La casa, en el año 2016    



2016. Reja de seguridad destruida. Se demuestra el libre acceso a través del jardín externo.

Ruinas de la escultura que Rita Longa dedicara a Amelia Peláez, y que se encuentra en el jardín trasero. Año 2016    


sábado, 10 de septiembre de 2016

EEUU impide al mayor banco de España ofrecer servicios a Consulados cubanos en ese país

Madrid, 8 de setiembre de 2016. El sistema de sanciones de los EEUU contra Cuba, que constituye un bloqueo económico, comercial y financiero, impidió al Banco Santander dotar de terminales de puntos de ventas (TPV) a los Consulados Generales de Cuba en las ciudades de Barcelona, Sevilla y Santiago de Compostela.

“Es decepcionante que tres consulados cubanos hayan sido privados de recibir servicios de una entidad española para mejorar la atención a sus usuarios, a razón de oscuras e injustificadas decisiones unilaterales norteamericanas que afectan negativamente a los cubanos y a terceros países”, declaró Eugenio Martínez Enríquez, embajador de Cuba en España.

“¿Cómo es posible que dos meses tras la visita del Presidente Obama a La Habana, una filial del Banco Santander en Cataluña informe a la Cónsul General de Cuba en Barcelona la imposibilidad de dotarlos de un TPV para facilitar a usuarios el pago de aranceles consulares mediante tarjetas magnéticas, porque el Santander tiene firmado un acuerdo con Elavon, compañía procesadora de tarjetas de crédito y débito subsidiaria de U.S. Bancorp?”, se pregunta el diplomático cubano.

De la misma forma una filial del Banco Santander en Sevilla, canceló el primero de junio de 2016, un contrato previamente firmado el 12 de mayo con el Consulado General de Cuba en Sevilla para disponer de un TPV, porque la empresa Elavon, indicó que las restricciones de EEUU hacia Cuba se lo impedían.

“¿Quién entiende que el 15 de marzo de 2016 los Departamentos de Tesoro y Comercio de los EEUU anuncien que permitirían a los bancos procesar transacciones del gobierno cubano que pasen, incluso momentáneamente, por el sistema bancario estadounidense y en mayo y junio del propio año, se prohíba a una entidad de España ofrecer un servicio, tan común en este país, a oficinas diplomáticas cubanas?”, indaga el funcionario de Cuba.

Igualmente en el mes de mayo de 2016, la sucursal gallega del Banco Santander comunicó al Consulado General de Cuba en Santiago de Compostela que no podía aprobar terminales para clientes cuya actividad se desarrolle o esté directamente vinculada a países que se encuentren en el listado de la OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los EEUU), lo que significaba, según dijeron, que tropezaban nuevamente con la normativa internacional de la OFAC que impide contratar productos a entidades cubanas, a pesar de que hace más de una década este Consulado es cliente del Banco Santander.

El diplomático cubano comentó que estos tres consulados en España “han sido víctimas de la aplicación extraterritorial del mayor sistema de medidas coercitivas financieras que existe”, y que aplica el Gobierno de los Estados Unidos contra Cuba.


Es – dijo Martínez Enríquez- “un evidente obstáculo al normal funcionamiento de esas oficinas que entorpece el cumplimiento de funciones consulares ordinarias; representan limitaciones perjudiciales para cubanos residentes en España, españoles y otros extranjeros que solicitan servicios a las oficinas cubanas.”

Fuente: https://www.facebook.com/EugenioMartinezPochi/posts/1812544795659065

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DE ANOCHE

Buena Fé en Guanabacoa
Con Víctor Casaus y Harold Cárdenas Lema