martes, 30 de julio de 2013

Grácil cuento veraniego


Hoy nos cortaron la luz. Nada ni nadie nos dio aviso. Llegaron los operarios, se subieron al poste, desempalmaron el cable que nos abastece de electricidad, lo enrollaron, lo metieron en su camión y se fueron. 

Un vecino que se quedó a cargo de la casa fue a la Compañía de Electricidad y le dijeron que era por falta de pago. Esta misma persona había ido ayer, a alertar, porque no nos había llegado el recibo del consumo. El problema es que el inspector que fue a leer el reloj (que nos acababan de poner nuevo), había leído 25 mil kilovatios; o sea, lo mismo que gastan una industria o cuatro manzanas de viviendas. El compañero que hizo la lectura nos dijo que aquello era imposible. Nosotros admitimos que tenía razón. El compañero nos dijo que seguramente era que no habían puesto en cero el reloj nuevo, y que nos estaban contando el acumulado que traía. Tiene lógica, respondimos nosotros. Y él se fue, prometiendo que regresaría con una cifra más sensata.

Pero hoy nos cortaron la luz. Y nada ni nadie nos dio aviso. Llegaron los operarios, subieron al poste, desempalmaron el cable que nos abastece de electricidad, lo enrollaron, lo metieron en su camión y partieron raudos y veloces.

Mientras esto pasaba, yo venía en camino hacia La Habana, a otro asunto, nada que ver con la corriente. Me enteré de lo que estaba sucediendo mientras avanzaba por la carretera. Cuando llegué a la casa y reuní el dinero, le pedí a mi vecino que fuera a pagar la cuenta, mientras yo atendía el asunto que me había traído hasta La Habana. Mi amigo pagó, pero ahora la Compañía tiene dos días para ponernos la electricidad, nadie garantiza la restauración inmediata del servicio. Mi vecino les dijo que era injusto, que el día anterior él había estado allí mismo, para alertarles, y nos habían pagado cortándonos la luz, sin misericordia. La compañera que lo atendía, dándose abanico, le dijo que hiciera una reclamación: vaya a tal oficina que queda en tal lado. Pero cuando mi amigo llegó a tal lado, la tal oficina estaba cerrada.

Es 30 de julio, hace un calor horrendo, y todos los cubanos intentamos pasar el verano metidos en el agua.

Mejor me voy a buscar petróleo, a ver si la planta quiere arrancar.

jueves, 25 de julio de 2013

Hace sesenta años


Hace sesenta años vivía yo en el número 456 de la calle San Miguel, en el apartamento 2 del primer piso. Nuestro balconcito daba a los altos de La Valenciana, el bar de Aurelio el asturiano, donde Memo era El Rey de los Batidos y se servía en la barra la mejor sopa de sustancia de todo San Leopoldo. Entre aquella joya culinaria y una olorosa panadería estaba la entrada de mi edificio, que aún alza sus tres pisos a unos metros de la famosa esquina donde quedaba La Casa Prado.

En el noviembre anterior había cumplido siete años. Cuando no estaba en mi escuela –por entonces la Academia Bravo, en Lucena y Neptuno–, vivía condenado a aquel apartamento de puntal alto, una de esas viviendas que abundan en la populosa Centrohabana, donde los cuartos están dispuestos en hilera, dando todos a un patio que va desde la saleta de recepción hasta el remoto comedor.

El primer cuarto era el de mis padres. La luna de la cómoda me dejaba ver cuando Dagoberto estaba echado, casi siempre leyendo, lo que me permitía no molestarle y tomar por el patio, si tenía que ir a mi cuarto, que era el segundo de la casa.

La tercera habitación era la de mi tío Angelito, el ser que me llevaba al cine, a ver películas de aventuras, y después a cenar a los chinos de Cuatro Caminos. La misma persona que me hizo probar los ostiones y aficionarme para siempre.

Mi abuela Isabel vivía al fondo, aún más allá de la cocina, en el cuartico de criados, con su catre revuelto, su reloj de pared y su Biblia –prendas, las dos últimas, que todavía conservo.

Era La Habana de 1953, una ciudad coronada por anuncios lumínicos, repleta de vidrieras ilusorias que mi madre y muchas otras amas de casa solían repasar. “Vamos a ver las tiendas”, decía Argelia al anochecer, y siempre era el mismo recorrido por la deslumbrante Belascoaín hasta el parque Maceo, para luego cruzar al Malecón y sentarse un ratico allí, “cogiendo fresco”, mientras mi hermanita María y yo correteábamos.

Hace sesenta años, quizá un par de semanas después de un día como hoy, en el cesto del baño de aquel apartamento de la calle San Miguel, hallé, sumergida bajo un montón de ropa sucia, una revista Bohemia que decía: “Sin censura”. Primero me extrañó encontrar allí una revista, pero en cuanto la abrí me di cuenta de que la habían escondido de mis ojos, porque sus páginas estaban llenas de fotos de cuerpos yacentes, irreconocibles bajo tanta sangre, bajo un título que anunciaba: “Los sucesos de Santiago de Cuba”.

No me atreví a continuar mirando o a leer mucho más, confundido por el hallazgo y por la conciencia de estar violando la voluntad de mis mayores, pero más que nada por la impresión profunda que me causaron aquellas imágenes que todavía me estremecen.

Muchos años después comprendí que aquellos cuerpos eran los mártires del Moncada.

viernes, 19 de julio de 2013

Se cogieron el dedo con la puerta.


Por: El Duende
Traducido del más allá al más acá por Max Lesnik.


Es absurdo imaginar  que las autoridades cubanas sean  tan ingenuas como  para pensar que los “Almendrones”  de  la  Guerra Fría, que  fueron embarcados  en  una nave  norcoreana en un puerto  de la isla, no  iban a ser detectados  por  los  satélites “espías”  norteamericanos que  desde el espacio  exterior  circundan el  planeta, en los  mismos  momentos  en que  los  viejos artefactos  de  fabricación  soviética  de  mediados  del pasado siglo,  eran colocados  en las  bodegas de  la  nave de carga para  su  transportación  a  la Republica  Popular  de  Corea.

Está claro  que  en el mundo  de hoy no  hay  secreto que  esté tan  oculto que  con  las tecnologías  de  punta  que tiene  el  gobierno de Estados  Unidos no  puedan ser  detectados.  Eso  lo  sabe  todo  mundo  y su tía. Y por supuesto  también  lo  sabe  el gobierno cubano.

¿A qué viene  entonces  este  escándalo  mediático  montado  por  el Presidente  Martinelli  de  Panamá ,  ampliamente magnificado  por  la  prensa  internacional  con  el  deliberado  propósito  de  colocar de nuevo  a  Cuba  en  la  mirilla, en los  momentos  en que  se  anunciaban  unas  conversaciones  en  Washington  entre  diplomáticos  cubanos  y  de Estados Unidos,  con el propósito de  buscar  soluciones  a  las  distintas  diferencias  que separan a  ambos  países , ahora  cuando  ya hace tanto tiempo que  se acabó la “Guerra Fría”?

Si  el  propósito  del escándalo  de  los “Almendrones”  que transportaba  el  barco  coreano  retenido en Panamá,  era  el de sabotear  las  conversaciones  iniciadas ayer  entre  Cuba  y  Estados Unidos,  el  intentó  no  dio  resultado, porque las conversaciones  no  fueron  suspendidas  como  reclamaba  la Congresista Ileana Ross  a nombre  de  la  extrema derecha  cubana  de Miami.

Esta vez  se cogieron el dedo  con  la puerta. Lo  del barco  coreano quedó  en la página  dos. Predicción  de  El  Duende. Ahora  el  que  va  a pagar  la cuenta  es  el “títere” presidente  de  Panamá  Ricardo  Martinelli,  cuyo Partido  será  barrido  de  calle  por  la oposición  panameña  en las elecciones  próximas  del año 2014. 
Tin marín de dos pingues, títere fue.
Fuente: http://www.cubano1erplano.com

miércoles, 17 de julio de 2013

La verdadera deuda externa


Exposición del Presidente Evo Morales ante la reunión de Jefes de Estado de la Comunidad Europea (06/30/2013)

IMPORTANTE RECTIFICACIÓN : Un discurso atribuido al presidente Evo Morales que nos fue enviado y que reproducimos en esta página es, en realidad, obra del periodista Luis Britto García. Nuestras disculpas pero, lo cierto, es que el escrito es genial cual que sea su autor. (*)

Aquí pues yo, Evo Morales, he venido a encontrar a los que celebran el encuentro.

Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos años.

Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante. Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder descubrir a los que me descubrieron. El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a quien nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles consentimiento. Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo reclamar intereses.

Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín, matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de metales preciosos!

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América, destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Evo Morales, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas hipótesis.

Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan ‘MARSHALLTESUMA”, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa, arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos preguntarnos: ¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo Indoamericano Internacional?
Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años, tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que, tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestro hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento, acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto, informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda, una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras elevadas a la potencia de 300. Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300 cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.

Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en sangre?
Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos del capitalismo.

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los indoamericanos.
Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica.

Fuente: http://www.contrainjerencia.com/?p=70966

(*)  Hoy 19 de julio, a las 10:37 horas, he tenido las condiciones tecnológicas para la rectificación completa de este equívoco autoral.-- srd

jueves, 11 de julio de 2013

¿Dónde está el patio trasero?


                                                por Guillermo Rodríguez Rivera


Hace muy poco, cuando se estrenaba como secretario de Estado, John Kerry decía que los Estados Unidos debían poner atención a lo que ocurría en América Latina, porque ella era el patio trasero de la potencia norteña.

La expresión era hondamente ofensiva para nuestros países.  Kerry la usaba con la desvergonzada prepotencia que ha caracterizado a muchos políticos estadounidenses o -- ¿será peor? – con la ignorancia de quien subestima tanto a su vecino que no se preocupa por las implicaciones que puedan tener sus palabras.

La expresión ha estado justificada no sólo por la posición geográfica de la América Latina con respecto a los Estados Unidos, sino porque la gran potencia fue subordinándola minuciosamente a sus intereses: derrocando los gobiernos que no le han sido obedientes; imponiéndole sangrientas tiranías que, eso sí, han ensangrentado a sus pueblos a la vez que han velado exhaustivamente por los intereses yankis. Incluso, creando una organización – la OEA – para manejarla mejor.

Pero eso ha cambiado. Ahora los Estados Unidos pueden – con Canadá -- oponerse a una resolución de la OEA condenando la lacayuna postura de los gobiernos de Portugal, España, Francia e Italia, cuando fueron capaces de negarle al avión del presidente Evo Morales, el derecho a sobrevolar sus países, obedeciendo la orden de los Estados Unidos que temía que en el avión presidencial boliviano, volara Edward Snowden, el ex agente de la Inteligencia norteamericana que ha denunciado el programa norteamericano que viola todas las leyes internacionales espiando al mundo entero.

John Kerry debía corregir sus criterios: el patio trasero de los Estados Unidos, se ha vuelto trasatlántico: es la culta Europa, que le niega el trabajo a sus jóvenes y le recorta las pensiones a sus viejos, esa Europa que no le cobra impuestos a sus millonarios – la que ahora administra Angela Merkel – la que se ha convertido en el lujoso patio trasero norteamericano, porque los latinoamericanos se han hastiado de seguir desempeñando ese vergonzoso papel.

Ya no será Somoza, sino Rajoy; no Trujillo sino Hollande. Que triste destino el que le imponen al viejo continente.

miércoles, 10 de julio de 2013

Involución emocional del ser humano


      Por Verónica Gutiérrez Portillo

     Increíble y difícil de comprender que en la segunda década del siglo XXI y en contraste con los inmensos avances en ciencia y tecnología, el ser humano dé pasos gigantes hacia atrás en su naturaleza.

Mientras la ciencia y la tecnología evolucionan y avanzan de manera continua, los seres humanos caminamos en paralelo involucionando emocionalmente.
La violencia sectaria, el machismo y la misoginia cobran cada vez más fuerza en nuestros días. En pleno siglo XXI ser mujer es todavía un desafío. Aún existen lugares donde es una moneda de cambio, se comercia con su vida, se le mutila, se le viola, se le casa siendo una niña; incluso, se le asesina por deudas de honor ante los ojos impasibles del mundo entero.
Existen amplios sectores en el mundo occidental, que experimentan un franco retroceso en su concepción de cómo debería ser la vida. Sectores que son incapaces de aceptar diferencias razonables respecto de preferencias e ideologías. Mientras en muchos países se está aprobando el matrimonio homosexual, en contraste, parte de su población sale a la calle a manifestarse en contra de algo tan elemental, cuando debiera haber una mente más abierta para aceptar las diferencias y el derecho de cualquier ser humano a ser igual y tener los mismos derechos ante la ley.
Realmente nuestra supuesta evolución espiritual se encuentra en etapas muy primitivas a juzgar por los hechos. La violencia, en todas sus manifestaciones, se encuentra a la orden del día y se va perdiendo el ingenio y la creatividad en los jóvenes de nuestro tiempo.
Ideas obsoletas de mentes obtusas cobran fuerza cada día, resurge no sólo la homofobia, sino en la misma escalada el racismo, el odio, el machismo, la misoginia, la pornografía infantil, la pedofilia y el abuso.
En abril pasado se publicó un artículo en la revista científica Tendencias genéticas, en el que se asevera que el hombre está perdiendo capacidad intelectual y emocional a causa de rápidas mutaciones genéticas que la forma de vida de la sociedad moderna es incapaz de corregir. El científico que lo escribió, el profesor Gerald Crabtree, director del Laboratorio de Genética de la Universidad de Stanford en California, afirma que si un ciudadano promedio de Atenas del año 1000 aC apareciera en nuestra sociedad repentinamente sería considerado un intelectual brillante, con una excelente memoria, una amplia gama de ideas y una visión lúcida sobre cosas importantes que se le plantearan. Además, asegura que sería una persona muy estable emocionalmente. Y opina lo mismo respecto de los habitantes de Asia, África, India o América de hace dos, o quizá, seis mil años.
La base de su argumento proviene de los nuevos avances en genética, antropología y neurobiología, que hacen una predicción clara de que nuestras capacidades intelectuales y emocionales son, desde el punto de vista genético, sorprendentemente frágiles.
Una comparación de los genomas de padres y niños ha revelado que hay entre 25 y 65 nuevas mutaciones produciéndose en el ADN de cada generación. Esto es debido al relajamiento de la selección natural, derivado de la mejora gradual en las condiciones de vida de la especie humana, misma que va unida a una sucesión de pequeñas mutaciones en los genes, lo que mermará nuestras facultades intelectuales hasta tal punto, que dentro de unos tres mil años nuestros descendientes experimentarán serias dificultades para resolver una suma.
Crabtree ha presentado la idea de que la inteligencia humana alcanzó su pico hace varios miles de años y desde entonces se ha venido produciendo un descenso lento en nuestras capacidades intelectuales y emocionales. Asimismo, agrega: “Aunque estemos rodeados de ventajas tecnológicas y beneficios médicos de una revolución científica, estos han ocultado una subyacente disminución en el poder cerebral que va a continuar en el futuro conduciendo al último embrutecimiento de la especie humana”.
El argumento de Crabtree se basa en el hecho de que en más de 99 por ciento de la historia de la evolución humana hemos vivido como comunidades de cazadores-recolectores, sobreviviendo con base en nuestro ingenio. Sin embargo, desde la aparición de la agricultura y las ciudades, la selección natural en nuestro intelecto se ha detenido y se han acumulado mutaciones en los críticos genes de la inteligencia.
En todo caso, es posible que esta polémica teoría explicara nuestro comportamiento irracional y nos plantea si la especie humana está condenada a la decadencia intelectual y heredará a sus descendientes la incapacidad de utilizar la tecnología que le hereden sus antepasados.
Interesante planteamiento. La polémica queda sobre la mesa.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/07/10/opinion/a03a1cie