viernes, 30 de marzo de 2012

El cristianismo de todos los tiempos

Por Guillermo Rodríguez Rivera
(A propósito de la visita del Papa)


El cristianismo es una religión lo suficientemente universal como para arraigarse en cualquier sitio del mundo. Se trata del alma eterna del ser humano que busca perpetuarse más allá de la vida, o que busca en verdad una vida que no acabe. Don Miguel de Unamuno había sido socialista y marxista en los primeros tiempos de su evolución espiritual; más que enfrentarse a la creencia en lo sobrenatural, este hombre, educado desde niño por la iglesia española reaccionó contra un conformismo de un Cristo que mostraba apenas los visos de su derrota terrenal:

                                 ¡Y tú, Cristo del cielo,
                                  redímenos del Cristo de la tierra!

 Pero en su vejez volvió a las creencias religiosas cuando rezó “al dios que no existes”:

                                  porque si tú existieras, existiría yo también de veras.”

La existencia en Dios es la garantía de la eterna existencia del hombre.

Antonio Machado, que no renunció al socialismo en su vejez, como Unamuno, sino que se hizo socialista al calor de la batalla del pueblo español por la República, no quiso cantarle al Cristo crucificado, al Cristo que predica la resignación, sino al que se hace acción:

                                   “!Oh no eres tú mi cantar,
                                     no puedo cantar ni quiero
                                     a ese Jesús del madero
                                    sino al que anduvo en el mar!” 

El hombre puede buscar como el ilustre autor de Doña Perfecta, la vida más allá de la muerte, pero puede perseguir también la justicia en la vida –lo que parece casi tan difícil como vivir para siempre- y no fue raro que el cristianismo original que llega a Roma, se convirtiera en la religión de los esclavos.

Las antiguas religiones aristocráticas proclamaban la continuación de las jerarquías de la vida más allá de la muerte. El griego iba a los Campos Elíseos, al morir si era noble, pero el plebeyo era precipitado en el Orco.

El cristianismo proponía un juicio al alma humana que no tenía que ver con su estatus en la vida . El alma era juzgada por su respeto a valores como la bondad, la caridad, la justicia que podían corresponder al hombre de cualquier jerarquía terrenal. La iglesia, en su evolución ha acuñado la palabra redención para designar la salvación del alma por la fe, pero en la Roma esclavista la palabra latina redemptio significaba la liberación real de un esclavo.  Es decir que lo que originalmente era una palabra muy comprometida y que implicaba la negación del sistema esclavista se convirtió en un término místico que solo aludía a la inmaterial salvación del alma. Dicen los teólogos de la liberación que, un poco a la manera de Don Antonio Machado, han querido devolverle al cristianismo su primitiva condición beligerante, que cuando Cristo dijo en Los Evangelios “mi reino no es de este mundo”, la palabra griega (esa es la lengua original de Los Evangelios), que significa mundo, no alude al mundo natural sino al modo de organizarlo. Esto es, esa palabra más que mundo quiere decir sistema, por lo que cuando Cristo lanzó esa expresión terminante, estaba refiriéndose al modo injusto en que los hombres han organizado la vida, tan injusto, que permitía la esclavización de unos hombres por otros.

Afirman asimismo que la palabra griega que significa “caridad” significa también “justicia”.

La caridad ha sido rechazada por los que la entienden como la merced que el poderoso brinda al que no tiene nada. Los primitivos discípulos de Jesús creían entonces que cuando el rico se desprendía de lo que le sobraba para entregarlo, al que nada tenía estaba haciéndole justicia. Cuando en Los Evangelios un hombre rico le pregunta a Jesús qué debe hacer para ganar la salvación, este le dice: “da todo lo que tienes a los pobres y ven conmigo”. El rico no quiso y Jesús concluyó que “más fácilmente pasará un camello por el ojo de una aguja, que entrará un rico en el reino de los cielos”. Porque la sugerencia de Jesús no estaba destinada a ayudar a los pobres, sino a salvar el alma del rico. La iglesia cristiana era una iglesia perseguida y pasó a ser la institución que el emperador Constantino encontró para unificar a los vastos, disímiles pueblos que se reunían en el imperio romano. No podía unificarlos por sus lenguas, por sus costumbres, por sus culturas, pero sí bajo el amparo de esa religión mística, universal, que no se reconocía como propia de una única comunidad elegida, sino como patrimonio de todos los seres humanos.

La iglesia, que pasó de ser perseguida a instrumento ideológico del poder, fue contrayendo compromisos que a veces limaron sus aristas más rebeldes pero que no consiguieron anular la potencialidad imaginativa que descansa en la figura de Cristo. Es una personalidad diversa, compleja, polivalente que puede albergar el espíritu del luchador que moría en las arenas del Coliseo Romano sin renunciar a sus creencias; al Ga-Nozri que Mijail Bulgakov nos presentó en El maestro y Margarita, que estremecía las no muy firmes convicciones de Poncio Pilatos. O incluso el hippie de Jesucristo superstar, surgido allá por los años 60 del pasado siglo, cuando unos descreídos (los descreídos lo son porque creen en otra cosa) decidieron que era mejor desvincularse de los valores de una sociedad que postulaba que para conservarse había que ir a masacrar hombres en el sudeste asiático, que un negro no valía lo mismo que vale un blanco. No es extraño que uno de los principales impulsores de la igualdad racial en los Estados Unidos haya sido el pastor cristiano Martin Luther King.

Esos son valores del ser humano, valores que el cristianismo ha calibrado y que persisten aún cuando el hombre deja de creer en la salvación del alma, porque de alguna manera también el alma se salva.

sábado, 24 de marzo de 2012

EEUU, por que el papa Benedicto XVI adopte una línea más dura con Cuba

Por David Brooks, Corresponsal de
La Jornada (México), 24 de marzo de 2012, p. 23

Nueva York, 23 de marzo. 
Cuando el gobierno estadunidense y anticastristas de Miami denunciaron la breve detención de opositores por las autoridades cubanas en vísperas de la visita del papa Benedicto XVI a la isla, no mencionaron que esos disidentes, como una amplia gama de la oposición política dentro de la isla, son apoyados y en muchos casos financiados –en violación a las leyes de Cuba– por Washington y las organizaciones anticastristas en Miami, cuyo propósito anunciado es el cambio de régimen.

Por ello, las expresiones sobre Cuba provenientes desde Washington y Miami en torno a la visita del pontífice a Cuba, el lunes y el martes de la semana próxima, tienen un filo más peligroso de lo que a primera vista parece.

Miami siempre quiere un conflicto entre la Iglesia católica y el Estado en Cuba. No les conviene a los de la línea dura en Miami que exista algún grado de relaciones armoniosas entre la Iglesia y el Estado, comentó el embajador Wayne Smith, experto de relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba, en entrevista con La Jornada.
Smith, quien fue jefe de la Sección de Intereses del gobierno estadunidense en La Habana durante la presidencia de Jimmy Carter, y ahora es analista del Centro de Políticas Internacionales en Washington, comentó que el gobierno de Estados Unidos también querría que la Iglesia optara por una línea más dura contra el régimen en Cuba, que hubiera mayor confrontación, pero la Iglesia no hará eso.

Las relaciones de cooperación desarrolladas entre la Iglesia católica, encabezada por el cardenal Jaime Ortega, y el régimen cubano no han complacido a las fuerzas más conservadoras de Miami, al igual en algunos sectores de Washington, empezando con la oposición oficial de la Iglesia cubana contra el epicentro de la política estadunidense: el embargo estadunidense contra la isla.

Esta semana, el Vaticano reiteró que su posición sobre el bloqueo no es un misterio, y ello fue expresado por el papa Juan Pablo II durante su viaje histórico a Cuba en 1998, y que no sorprenderá si el actual pontífice, Benedicto XVI, lo repita, junto con llamados por mayor libertad religiosa, reporto Catholic News Service.

Por ello, figuras influyentes del exilio como la diputada Ileana Ros-Lehtinen –ahora presidenta del Comité de Asuntos Exteriores–, el senador Marco Rubio y otros legisladores y políticos cubano-estadunidenses inicialmente se opusieron al viaje afirmando que la visita del Papa sólo sirve los propósitos del régimen en La Habana, y han criticado el acomodo de la Iglesia con el régimen cubano.

Ahora que el Vaticano no les hizo caso, instan a que la visita sea usada para denunciar al régimen.

Un par de incidentes recientes en que las autoridades cubanas detuvieron a integrantes de agrupaciones disidentes fueron utilizadas por figuras anticastristas en Miami y políticos en Washington para repetir sus condenas (a pesar de que en uno de los casos, fue la misma Iglesia católica la que pidió la expulsión de un grupo de un templo, con el arzobispo que afirmaba que nadie tiene el derecho de convertir templos en barricadas políticas y afectar la celebración de la llegada del Papa).

Ros-Lehtinen declaró ante la Cámara de Representantes, esta semana, que “poco se ha dicho sobre la escalada de violencia contra la oposición interna de Cuba… pero hay una oportunidad para corregir esto” al denunciarlo y llamar a que Benedicto XVI apoye públicamente las aspiraciones del pueblo cubano, esclavizado e impedido de ejercer sus derechos otorgados por Dios.

En Miami, Ninoska Pérez, directora del Consejo de Libertad Cubana y voz prominente del anticastrismo, afirmó que esperaba más protestas antes y durante la visita del Papa a Cuba.

En Washington, un vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca declaró a los medios que “la detención de miembros de las Damas de Blanco… en vísperas de la vista del papa Benedicto subraya el desdén de las autoridades cubanas a los derechos universales del pueblo cubano”.

Por su parte, el Departamento de Estado denunció que la detención era una violación reprensible e instó al Papa a abordar los derechos humanos en su intercambio con el gobierno cubano.

El New York Times, en un editorial, opino que el Papa tiene que presionar al líder cubano para detener el hostigamiento contra los disidentes y decirle que el mundo no se ha olvidado del anhelo por la libertad del pueblo cubano.

Pero como casi siempre es el caso, lo que casi nunca se dice es que estos grupos disidentes reciben apoyo de Estados Unidos. El año pasado, el Departamento de Estado otorgó su Premio de Defensores de Derechos Humanos a las Damas en Blanco, mientras que funcionarios de su Sección de Intereses se han reunido con ellas. Millones de dólares han sido canalizados hacia los grupos que buscan un cambio de régimen.

Es casi imposible saber cuáles grupos en la isla caribeña reciben dinero por la falta de transparencia en el envío de fondos y otras ayudas estadunidenses a diversas agrupaciones en Cuba, con la mayor parte canalizada por organizaciones en Miami entre otros.

La Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) reparte la mayor parte de los fondos estadunidenses de apoyo a las organizaciones anticastristas dentro y fuera de la isla caribeña, y explícitamente afirma que al llegar a la comunidad disidente, el programa de la agencia internacional contribuye al desarrollo de grupos independientes de la sociedad civil que finalmente pueden hacer contribuciones significativas a nivel local y nacional.

Para los años fiscales de 2009 y 2010 el Congreso destinó 35 millones de dólares para programas relacionados con Cuba (23 millones fueron manejados por la USAID), reportó la dependencia.

Para los llamados programas de promoción de la democracia establecidos por la Ley Helms Burton, el gobierno de Estados Unidos ha distribuido más de 150 millones, de dólares reporta el Cuba Money Project, que se dedica a monitorear esa asistencia oficial.

Toda asistencia económica extranjera para las agrupaciones disidentes dentro de la isla, como toda operación extranjera que interviene en asuntos domésticos, viola las leyes nacionales de Cuba.

Julia Sweig, directora de estudios latinoamericanos del influyente Consejo de Relaciones Exteriores, comentó recientemente que los llamados programas de democracia para Cuba del gobierno estadunidense son una provocación extraordinaria ya que continúan con el mismo objetivo heredado del gobierno anterior (del republicano George W. Bush): el concepto de cambio de régimen, y bajo el presidente Obama, permanecen en gran medida intactos.

Explicó que los programas son ocultados al público estadunidense a propósito; no hay información pública sobre los subcontratistas privados para estos programas en Estados Unidos y en otras partes, y que hasta algunas agrupaciones o individuos que viven en Cuba a veces ni saben que son parte de los programas estadounidenses.

Los programas de democracia (para Cuba) han sido deliberadamente politizados para provocar, y han tenido éxito en provocar, añadió Julia Sweig.

En la coyuntura de la visita del Papa a Cuba, todo indica que el objetivo desde Washington y Miami es justo eso, provocar.

lunes, 19 de marzo de 2012

El Día del Trovador

Por Lino Betancour Molina

Santiago de Cuba es una ciudad pródiga en trovadores llamados José y como es sabido, en Cuba, a los llamados así se les conoce con el sobrenombre de Pepe.

En el Santoral de la Iglesia Católica el día de San José es el 19 de marzo, de manera que a los nacidos en esa fecha, por lo regular, eran bautizados con el nombre de José y Josefina, según el sexo. Así tenemos a famosos trovadores llamados José, o sea, Pepe. La historia musical recoge los nombres de Pepe Sánchez, Pepe Bandera, Pepe Figuarola, Pepe Siguita, Pepe Prior, Pepe el cubano, Pepe Pedralles, Pepe Ojeda, Pepe Téllez, Pepe Martínez, Pepe Griñán, Pepe Echavarra, Pepe el Duke, Pepe Miamá y Pepe Tejeda.

Como todos ellos celebraban su onomástico o "santo", como se dice en la zona oriental, la noche antes, el 18 de marzo, se reunían en la Plaza de Marte, muchos trovadores, los cuales, en pequeños grupos, ensayaban sus cantos o afinaban sus guitarras. Casi a la medianoche, puestos de acuerdo, se encaminaban hacia las casas de los trovadores llamados Pepe, a ofrecerles sus serenatas, como una forma de felicitarlos cantando. Nada mejor para alegrarlos en su día, a él y a su familia, y muchas veces a los vecinos que se sumaban a la alegre canturía.

Al amanecer del día 19, todos se dirigían cantando por las calles hasta la casa del maestro Pepe Sánchez, llamado El precursor de la trova. Allí, junto a su familia aguardaba a los trovadores, mientras que en el patio, bajo una frondosa arboleda, borboteaba un suculento sopón conteniendo variadas viandas y, por supuesto, con suficiente carne de la cabeza de un cerdo a los que en Santiago llaman macho.

Así las cosas, repuestos de una noche en vela los trovadores continuaban cantando durante todo el día de San José. Era un día de fiestas trovadorescas.

Al cabo de los años, la costumbre de serenatear la noche anterior al 19 de marzo, se convierte en una tradición aunque muchos de aquellos Pepe ya hubieran desaparecido físicamente.
El 19 de marzo devino fecha para homenajear a Pepe Sánchez, y por supuesto, a todos los trovadores: nació entonces el Día del Trovador. Ninguna fecha mejor que esa para rendir honores a los hombres y mujeres que a lo largo de los años han cultivado la canción trovadoresca, como firme expresión de legítima cubanía.

La trova cubana, la de siempre, ha tenido como elementos de inspiración los temas que expresan admiración y respeto a los héroes y mártires de las gestas independentistas, tanto a los mambises del siglo XIX como a los que lucharon por nuestra definitiva independencia en años más recientes. José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, Guillermón Moncada, Agramonte, y otros junto a los nombres de Che Guevara y Camilo Cienfuegos son revolucionarios merecedores de los cantos de la trova.

Otros temas aludidos en las canciones trovadorescas son la admiración por el paisaje cubano, el amor a la mujer, no solo por su belleza, sino también por sus virtudes patrióticas.

En los últimos años, y a partir de 1964, en Santiago de Cuba se organiza anualmente el Festival Internacional de la Trova que lleva el nombre de Pepe Sánchez, y que se celebra, precisamente, dentro de la semana del 19 de marzo.

Ese día todos los participantes en el festival se dirigen en respetuoso peregrinar hasta el Cementerio Santa Ifigenia, y depositan ofrendas florales ante las tumbas que guardan los restos de destacados trovadores. Y por supuesto las primeras rosas son para nuestro Héroe Nacional José Martí.

En cada panteón se canta una de las obras del trovador allí sepultado. Pepe Sánchez, Pepe Bandera, Miguel Matamoros, Francisco Repilado, Ñico Saquito y Ramón Ivonet, a nombre de los cientos de gloriosos trovadores que allí tienen su eterna morada, reciben el homenaje de los trovadores y del pueblo de Cuba que se suma a este acto de devoción cultural.

¿Por qué Santiago y no otra ciudad?... Pues porque Santiago esta considerado unánimemente por los estudiosos de la música cubana como la cuna de la trova cubana. Allí nacieron, se criaron y desarrollaron su actividad artística decenas de famosos trovadores, como los ya mencionados, y otros más que se han sumado al paso de los años y que han ido engrosando la inmensa relación de los patriarcas del género.

Santiago de Cuba se convierte así en la región donde se acunan la mayoría de los grandes trovadores pero, todos estamos de acuerdo que también Sancti Spíritus es tierra de famosos trovadores que han aportado verdaderas joyas de la cancionística universal, al igual que La Habana.

Este año el Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez comenzará el jueves 15 de marzo con el evento teórico, donde destacados musicólogos e investigadores de esta manifestación musical disertarán acerca de diversos aspectos. En horas de la noche se efectuará la inauguración oficial frente al Museo de la Clandestinidad, en el barrio El Tívoli, zona que ha aportado destacados trovadores.

El festival de este año estará dedicado a sus 50 años, a los 40 años de fundada la Nueva Trova y a la recientemente fallecida Sara González. La clausura se efectuará el lunes 19, precisamente Día del Trovador con una gran trovada en el Parque Céspedes, en el centro de la ciudad.

De manera tal que, como hace ya cincuenta años, la ciudad de Santiago de Cuba vibrará de gozo con las notas de las guitarras acompañando las voces de trovadores de todo el país invitados a esta cita.


Tomado de: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/el-dia-del-trovador/21369.html
Sobre el autor: http://www.ecured.cu/index.php/Lino_Betancourt_Molina

jueves, 15 de marzo de 2012

Veinte años después


                                       por Guillermo Rodríguez Rivera


I.
No, no es que intente plagiar a Alejandro Dumas, el viejo. Es que el pasado 21 de diciembre se cumplieron 20 años de la desaparición de la Unión  Soviética, el estado obrero y campesino surgido de la Revolución que estallara en Rusia el 7 de noviembre de 1917, pero que se constituyó como estado en 1922, ya cuando Stalin ejercía la máxima dirección del que había sido el partido de Lenin y también de la naciente URSS.

Desde los años treinta, cuando Stalin, para garantizar su poder personal, mandó a ejecutar a quienes habían hecho la revolución junto a Lenin, muchos creen que se decretó el destino del estado soviético, que la torpe política de Mijail Gorbachov ayudó a consumar hace 20 años, con el insustituible apoyo de Boris Yeltsin.

Cuando se estaban cerrando estas dos décadas, el primer ministro de Rusia y actual presidente electo de su país, Vladimir Putin, afirmó que el fin de la Unión Soviética había sido una de las tragedias del siglo XX.

La frase estremeció a la ultraderecha norteamericana.

Mitt Romney, miembro del partido republicano de Estados Unidos y, según los analistas, el que mayores oportunidades tiene de obtener la nominación como candidato a la presidencia frente a Barack Obama, reaccionó indignado por esa declaración.

Romney, buen discípulo de Ronald Reagan, dice que cree y ciertamente propaga aquel nombrete que su maestro inventó y, según el cual, la Unión Soviética era “el imperio del mal”. Pero el candidato a candidato, es probable que no hubiera nacido en 1947, si el Ejército Rojo no hubiera entrado en Berlín dos años antes, para sepultar al que fue el auténtico imperio del mal en el pasado siglo: el Tercer Reich hitleriano.

Al margen de las luces y las sombras que tuvo en su historia la URSS, la afirmación de Putin encierra una verdad: el mundo era mejor cuando existía la Unión Soviética.

El cantautor español Joaquín Sabina cantó (¿alborozado, irónico, escéptico?) lo que creyó que era el fin de la “guerra fría”. Acaso la demolición del muro de Berlín marcó ese fin,  pero fue para que empezaran las guerras calientes.

En 1991 se inició la Guerra del Golfo Pérsico, por la arbitraria anexión de Kuwait por Irak. El mundo entero demandó al gobierno iraquí que se retirara del estado soberano que era el emirato kuwaití.

Pero esa guerra fue sólo el prólogo a las injustificables que vinieron detrás. Cuando los albanokosovares quisieron segregar de Serbia la provincia de Kosovo, los Estados Unidos convocaron a las fuerzas de la OTAN, para bombardear a una Serbia que sólo defendía su integridad territorial.

En noviembre del año 2000, George W. Bush fue electo presidente en las más turbias elecciones que haya tenido Estados Unidos. El nombre del presidente electo se conocía siempre la propia noche del día de las elecciones. En este caso, pasaron semanas antes de que la Supreme Court se reuniera para decretar, por mayoría de un voto, que Bush había derrotado a Al Gore. Nueve meses después, dos aviones de pasajeros norteamericanos eran desviados de su ruta normal y estrellados contra las torres del World Trade Center, en Nueva York. Se afirmó que un tercer avión impactó al Pentágono, pero se sabe que fue en realidad un misil, arrojado contra la zona donde se ubicaba menos personal en el enorme edificio.

La popularidad del impopular Bush crecía súbitamente y el presidente anunciaba la guerra contra el terrorismo y, para perseguir a un hombre, decretaba la guerra contra una nación. Osama Bin Laden fue perseguido por un país que iba siendo arrasado mientras él estaba en otro (Pakistán). Pero no cesó —no ha cesado— la guerra contra Afganistán. Casi inmediatamente después se acusó a Irak de apoyar el terrorismo y poseer armas de destrucción masiva, pese a que los inspectores de Naciones Unidas no las encontraban, ni el Pentágono ni la CIA podían decir dónde estaban. Estados Unidos invadió el país y lo masacró,  pero las armas siguieron sin aparecer.

Al cabo de cuatro años Estados Unidos  retira sus tropas de una nación que ha tenido más de 1 millón de muertos y ha quedado destruida. Su petróleo, sí, ha quedado en manos de las transnacionales estadounidenses. Cuando empezó la guerra de Irak, el barril de crudo costaba 30 dólares. Hoy vale más de 100.

Ahora mismo existe la amenaza de una nueva guerra que los Estados Unidos, junto a Israel, pretenden librar contra Irán y cuyas consecuencias serían impredecibles.

Acusan a Irán de intentar construir una bomba nuclear, lo que el gobierno de ese país niega, y afirma que desarrolla la energía nuclear con fines pacíficos.

Israel y Estados Unidos, como la ultra reaccionaria monarquía saudita, aspiran a la desaparición del gobierno chiita en Irán.

Ciertamente, el mundo era más pacífico en tiempos de la guerra fría, el mundo era un poco mejor antes de la desaparición de la URSS.

Ahora están comenzando a entender, incluso los pueblos europeos, lo que le debían a la URSS.

Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, se invirtieron millones de dólares para convertir el Berlín Occidental en la primera gran vitrina europea del capitalismo y hacerla contrastar con el mucho más modesto Berlín Oriental socialista.

Toda la Europa capitalista adquirió una semejante condición de “sociedad de bienestar” en la que se combinó la política de “guerra fría” de Truman con el modelo económico keynesiano, adoptado desde tiempos de Roosevelt en Estados Unidos: los ricos pagan impuestos proporcionales al grado en que se beneficiaban de la sociedad. Esas grandes contribuciones mejoraron la vida en las grandes ciudades de Europa occidental, crearon miles de empleos, pagaban largas indemnizaciones a los trabajadores en paro, proveían excelentes jubilaciones y mantenían un seguro de salud que lo cubría todo. Con la alternativa comunista a unos kilómetros, los partidos reformistas de izquierda eran poderosos, y la burguesía quería que esa alternativa de izquierda dominara frente a la radical alternativa comunista.

Indirectamente, la Unión Soviética y el campo socialista beneficiaban a los sectores populares de Europa occidental y de los propios Estados Unidos: la gran burguesía de las dos grandes zonas del capitalismo, quería convencer a los sectores populares de la ventaja de su sistema socio-económico.

Cuando la competencia de la alternativa comunista desapareció, las ideas de John Maynard Keynes fueron reemplazadas por las de Milton Friedman, el economista a quien se debe en buena medida la doctrina del neoliberalismo.

Para Friedman, el mercado se regula solo, y el estado debe tener el mínimo de acción en la economía de la nación. Los ricos no deben pagar grandes impuestos, porque la acumulación de ingresos conducirá a la ampliación de sus inversiones y a la creación de nuevos empleos. Los servicios —educación, salud, bienestar social— deben privatizarse, para redimensionar el estado y reducirlo: el mercado puede absorberlo todo.

Pero ocurre que los grandes ingresos de los bancos han creado un capitalismo no-productor ni creador de empleos, sino especulativo, lo que llaman “capitalismo de casino”, que no crea bienes, ni servicios, ni empleos. Los bancos han prestado irresponsablemente miles de millones de dólares y, la doctrina de Friedman ha demostrado su invalidez cuando el estado ha tenido que acudir a salvar a los bancos con miles de millones de dólares de los contribuyentes. Es bastante probable que mucho de esto se habría evitado si hubiera existido la Unión Soviética.

II.

Los Estados Unidos y sus más importantes socios europeos – Inglaterra, Alemania, Francia – están empeñados en una sistemática eliminación del mundo árabe que no quiere doblegarse ente el expansionismo de la derecha fundamentalista de Israel. Se apoyan en las monarquías y emiratos antidemocráticos que temen al dominio chiita en Irán. Han doblegado a Irak, han doblegado a Libia, con el erróneo concurso de Rusia y China. La resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU para proteger a los civiles libios, fue convertida por la OTAN en el instrumento para derrocar al gobierno de Gadafi, torturado y linchado por sus adversarios, ante las carcajadas de Hillary Clinton.

Ahora han querido aplicar el mismo expediente a Siria, pero Rusia y China han reconocido el error que cometieron y han vetado la nueva resolución. China parece que también ha comprendido, como ha entendido Rusia: el expansionismo de la ultraderecha norteamericana está zanjando rápidamente aquellos desacuerdos entre rusos y chinos de los tiempos de Nikita Jruschov y Mao Zedong.

El asalto a Afganistán, a Libia, la intervención en Pakistán y el proyecto de atacar a Siria y a Irán, la creación del escudo antimisiles, todo ello apunta al cerco de Rusia y China.

La ultraderecha estadounidense, esa que representa Romney, no pretende un mundo donde las fuerzas se equilibren e impere el derecho internacional.

Aspira a un mundo regido por una sola superpotencia, los Estados Unidos, dedicado a violar las fronteras nacionales que le parezcan y, a falta de una idea más original —porque las alas de su imaginación no le dan para más— Romney apela a un inaceptable chauvinismo y esgrime, como argumento, eso que secularmente se ha llamado el  “derecho divino”; la noción de que, el Supremo Hacedor ha decidido que los Estados Unidos constituyen una nación excepcional, que debe imponer sus valores al mundo.

Las razones que hacen que ello sea así, están muy claras. Cito a Mitt Romney:  Somos excepcionales  porque somos una nación basada en los valores e ideas de la Revolución Americana, propuestas por nuestros más grandes estadistas en nuestros documentos fundacionales”.

Alguien debiera decirle a Romney —decírselo y no recordárselo, porque es probable que nunca lo haya sabido— que esas ideas provenían de un ensayito que escribiera un filósofo nacido en Ginebra. Su autor le dio un nombre más complicado, pero la historia lo recoge con el nombre de El contrato social, y que Jean Jacques Rousseau editó en 1762, catorce años antes de que los padres fundadores de los Estados Unidos escribieran la Declaración de Independencia, como debe saber Romney, el 4 de julio de 1776.

De ese ensayito, que acabó con la idea del ”derecho divino” de reyes y naciones, se alimentaron los fundadores de los Estados Unidos.

No hay pueblos elegidos, Mr. Romney, aunque algunos hombres lo hayan proclamado así para dominar a los demás pueblos y terminar hundiendo al propio. No hay documentos perfectos ni eternos: siempre los envejece el tiempo, los jubila la historia; todos incluyen alguna inexactitud, alguna tergiversación,  o alguna mentira. Lo hicieron incluso los Padres Fundadores de los Estados Unidos cuando afirmaron en la Declaración “that all men are created equal”, y mantuvieron la esclavitud de los negros por casi un siglo.

Todo parece indicar que Putin se va a encargar de amargarle el sueño del dominio del mundo a Mitt Romney y sus congéneres. Y China, acaso mostrando al mundo un perfil publicitario más bajo, parece que andará por el mismo camino. Son los países que “hacen el peso” para encabezar esa batalla, pero no estarán solos.

Lo intentaron Alejando Magno, los emperadores romanos, Carlos V, Napoleón Bonaparte, Adolf Hitler: nadie puede dominar el mundo. Será mejor que Romney, en lugar de marchar hacia el fracaso,  persiga la manera de hacerlo un sitio más pacífico, más plural, más democrático, mas habitable.

domingo, 11 de marzo de 2012

Una peculiar caracterización

Por Guillermo Rodríguez Rivera

Hacía un buen número de años que no comentaba algún trabajo de los que, sobre Cuba, publica tan a menudo la prensa donde colaboran los cubanos de eso que ha dado en llamarse la “diáspora” cubana y, en este caso, es una caracterización del recién nombrado ministro de cultura, el compañero Rafael Bernal, que ha sustituido a Abel Prieto tras sus quince años de trabajo en el ramo.

La peculiar caracterización aparece en la revista digital Cubaencuentro que ha venido a ser lo que ha quedado de la fundación que puso en circulación hace ya 16 años, la revista Encuentro. La nota la firma un –al menos para mí– desconocido Eugenio Yáñez, y esta fechada en Miami.

La nota empieza a fijar su opinión desde el título, que opera con una tendenciosa metonimia.

Como Rafael Bernal fue teniente de las FAR allá por los años sesenta –esto es, en los mismos inicios de la Revolución– Yáñez nos lo informa, pero trasladando ese ya lejano pasado a toda la atmósfera que el recién nombrado va a trasladar a su nuevo cargo.

Yánez titula así su nota: “Un sofisticado estilo militar para dirigir la cultura cubana”. Esto es que la ocupación que tuvo Bernal hace medio siglo, es la que cuenta para determinar su estilo de trabajo. Los años en que se ha desempeñado como viceministro de educación y los quince años que ha trabajado como segundo de Abel Prieto en el ministerio de cultura, no han dejado ninguna huella de consideración en él. En el párrafo final de su nota, Yáñez hace firme su punto de vista. Escribe: “Para Raúl Castro, el ministro Rafael Bernal es un militar que cumplirá sus órdenes”, porque el consejo de ministros es una brigada que se cuadra ante las órdenes del jefe que, de acuerdo a la concepción “yañecina”, deberá saber de educación, de salud pública, de cultura, de industria básica, de relaciones exteriores y de comercio interior para no solicitar los criterios de sus ministros sino, como buen general, darles las órdenes precisas que deberán cumplir.

Casi todos los países obligados a cuidar su seguridad, emplean como dirigentes ciertos cuadros formados en sus fuerzas armadas. Eisenhower fue general de cinco estrellas, y Kennedy, teniente durante la segunda guerra mundial. Solamente a George W. Bush su padre le consiguió una “botella” en la fuerza aérea de Texas en tiempos de la guerra de Vietnam, aún no se sabe si para proteger al niño, o para salvaguardar a las fuerzas norteamericanas en el sudeste asiático.

Yáñez le llama “comisarios” a todos los dirigentes de cultura que ha habido en Cuba. Una de las constantes de los opositores de la Revolución Cubana –y Yánez lo es– es no diferenciar los momentos, no apreciar los cambios o, al menos, no dar cuenta de ellos. En Cultura, la fundación del Ministerio en 1976, que marca el inicio del fin del “Quinquenio Gris”, señala un antes y un después. Desde entonces, desde la dirección de Armando Hart –que para Yáñez “cayó en desgracia”– ha existido un trabajo que se ha ido perfeccionando pero que no ha variado en lo esencial. Abel Prieto fue viceministro de Hart, como Bernal lo ha sido durante el mandato de Abel.

En Cuba se sabe que, por razones de salud y de su trabajo como escritor, Abel Prieto había solicitado ser sustituido desde hace años. Se rumoraron muchos nombres para sucederlo y hace casi un año fue reemplazado, pero a los pocos días lo llamaron para pedirle que estuviera un poco más en el cargo. Finalmente, su sucesor ha sido su segundo, lo cual indica una continuación del trabajo que, eficientemente, Abel había venido llevando a cabo. No creo que haya otro misterio en su designación ni el ministerio vaya a asumir el “sofisticado estilo militar” que Yáñez augura.

Hace muchos años le escuché decir a Armando Hart que la cultura no se dirige, porque esa dirección es obra exclusiva de artistas y escritores y que las entidades oficiales solo pueden promoverla.

Los opositores de la Revolución Cubana han sido especialmente incapaces de predecir su futuro porque no son capaces de enjuiciar su presente.

Ahora Yáñez, en su máquina del tiempo,  nos anuncia lo que va a ser, en los días que vienen,  la militarizada cultura de Cuba. 

viernes, 9 de marzo de 2012

Más sobre la nueva trova en CubaSí

Por  Aday del Sol Reyes, especial de CubaSí 


Aunque el 40 aniversario de La Nueva Trova no ha pasado ni mucho menos por alto -hasta el propio Silvio le dedicó un texto en su blog-, creo que sobre ese movimiento iniciado en los años sesenta por un grupo de entonces jóvenes músicos cubanos no se ha dicho aún lo suficiente.

Una canción nueva que todavía hoy, varias décadas después, parece innovadora, fresca y acabada de sacar de la guitarra, significó una revolución en el arte y el pensamiento de toda una generación que, por lo menos en Cuba, ningún otro movimiento artístico ha tenido la suerte de igualar.

Nos pareció entonces que nadie mejor para seguir hablando de un tema tan fundamental y trascendente que Silvio Rodríguez, uno de sus fundadores, y para muchos, el mayor representante de una estética que se niega, a pesar de los post y otros contras, a renunciar a su modernidad.


- ¿Cuándo escuchó Silvio por primera vez la frase: "La Nueva Trova"?

Creo que ya en 1968, o en 1969, algunos decían nueva trova. También recuerdo que Odilio Urfé prefería decir trova joven. Eso de nueva trova quizá salió de la nueva Cuba que se hablaba desde 1959; e igualmente del nuevo cine, del cinema nuovo, de la nueva canción y de otros términos parecidos que empezaron a usarse por entonces.


- ¿Qué habría sido de Silvio Rodríguez si el concierto del 18 de febrero de 1968 en Casa de las Américas nunca hubiera tenido lugar?

Visto desde hoy, el concierto en sí mismo fue lo de menos, porque los trovadores ya nos conocíamos y confrontábamos ideas. Lo más importante fue que Haydee Santamaría nos abriera las puertas de Casa de las Américas, cuando a algunos de nosotros nos seguían mitos de negatividad y los medios no difundían nuestra obra. Aquel concierto -y los que seguimos haciendo después-, fueron un espacio público donde exponer nuestro trabajo, precisamente lo que otras instituciones nos negaban. Cantar en CASA, además de darnos la oportunidad de mostrarnos cómo artistas,  nos dio un respiro como personas, como jóvenes, incluso como cubanos. En aquellos años algunos cuestionamientos podían ser devastadores.

Para mi fue vital constatar que había dirigentes capaces de sentarse conmigo y escucharme, de conversar, de intercambiar ideas e incluso discutir. Aquello me fortaleció mucho. De aquella experiencia aprendí que los dirigentes, en cualquier época, debieran reunirse con los jóvenes, tengan la fama que tengan. Es muy importante formarse opiniones del trato directo y no de las versiones que se hacen de la gente. Por eso canté aquello de "se me archiva en copias y no en originales". Todos los originales tienen derecho a ser confrontados con las dudosas versiones que a veces circulan.


- ¿Después de cuarenta años cómo valoras, desde el punto estético y musical, al movimiento de La Nueva Trova?

La nueva trova venía lo mismo de la bohemia nocturna y los tragos que de las  universidades y las FAR. Cuando en junio de 1967 me desmovilicé de mi servicio militar, me encontré con gente de más o menos mi edad haciendo canciones y confrontándolas. Dar con Martín, Eduardo y Pablo, para mi fue un gran descubrimiento. Ellos, y otros jóvenes como ellos, tenían más desarrollo musical que yo. Mis últimos tres años los había pasado en el ejército, donde tenía que esperar hasta la madrugada para tocar un poco la guitarra. No tenía críticos ni ejemplos en que mirarme. Un músico que no confronta lo que hace, aunque tenga aptitudes, avanza con más dificultad que el que puede intercambiar experiencias.

Hasta ese momento mi única guía era lo que escuchaba por la radio. Fueron años en que aparecieron programas con canciones europeas: Aznavour y Doménico Modugno me gustaban. También The Beatles, por supuesto, que oía gracias al novio de mi hermana, que llevaba los discos a mi casa. Pero yo casi nunca estaba en mi casa; siempre estaba en las unidades militares, cargando con mis libros y con mi colección de discos clásicos: Tchaikovski, Mozart, Vivaldi, Beethoven, era lo que más oía. Los trovadores que encontré en la vida civil escuchaban a Michel Legrand y a Tom Jobin, y además eran capaces de tocar aquellas canciones con armonías complicadas. Yo tuve que espabilarme mucho para ponerme al día.

Por aquellos años la trova tradicional languidecía en peñas ignotas, donde personas -generalmente de edad avanzada-, le rendían culto. A un trovador le pagaban dos pesos por hacer un programa de radio.

Precisamente en el programa de la trova que dirigía Luís Grau conocí y compartí por primera vez con trovadores extraordinarios como Nené Enrizo, Cotán y Teodoro Benemélis. A mediados de los 60 se empezó a hacer en Santiago de Cuba el Festival Pepe Sánchez, y fui invitado a los de1967 y 1968, junto con Teresita Fernández y César Portillo. Todo eso me sirvió para identificarme como trovador, porque en mis inicios yo me veía más bien como un músico pop. Más tarde, cuando empezamos a coger fuerza como movimiento y a organizar festivales, invitábamos a trovadores de todas las etapas. Yo estoy convencido de que el auge que llegó a tener la nueva trova contribuyó a que se le prestara más atención a la trova de otros tiempos.

Si se nos analiza como generación, se va a ver que hemos sido eclécticos, porque hicimos música basada lo mismo en la trova primigenia que en el son, el filin, la rumba, el rock, el Caribe, Brasil, la música andina y varios etcéteras más. Bebimos de todo lo que nos antecedió y de nuestra contemporaneidad, como siempre ha pasado y seguirá pasando.  No fuimos homogéneos estilísticamente: fuimos abiertos al impulso expresivo de cada cual. Esa amplitud fue posible porque tuvimos la suerte de ser precedidos por una historia más rica que la que tuvieron las generaciones anteriores. Y, por supuesto, por tener la suerte de vivir en una época de avances tecnológicos más ventajosos.

- El pasado 17 de febrero Gerardo Alfonso y Carlos Varela se unieron, en nombre de los "Novísimos", en un concierto en Casa de las Américas. ¿Será posible que los fundadores de la Nueva Trova, alguna vez, hagan otro tanto?

Les agradezco el concierto que hicieron, hasta donde me corresponde. Respecto a uno hecho por nosotros, mientras más tiempo pasa lo veo más difícil.

- Aunque las cosas cambien de color/ no importa pasa el tiempo/ Las cosas suelen transformarse/ siempre, al caminar/... ¿A pesar del prepotente mercado de las disqueras, tras la guitarra siempre habrá una voz más vista o más perdida?

Nunca como hoy han existido en nuestro país tantos espacios de trova y por la trova.  Eso es esperanzador. Ojalá esa ventaja crezca hasta el infinito.

Tomado de: http://www.cubasi.cu/index.php?option=com_k2&view=item&id=4790:silvio-rodriguez-nunca-han-existido-tantos-espacios-de-trova-y-por-la-trova